LA INDETENIBLE QUIETUD

 

El artista sabe lo que hace, pero para que merezca la pena debe saltar esa barrera y hacer lo que no sabe.”

Eduardo Chillida

(San Sebastián, 10 de enero de 1924 - San Sebastián, 19 de agosto de 2002)


El ojo de la noche

descubre el pálido abandono

y absorbe hasta el negro su blancura.


He aquí un espejo vacío

que alcanza

la otra cara del vacío.


He aquí una apertura sin fin

y sin confín.


¡Mira como el amante huido

se borra para sí

y es una gota de dolor

que el veneno

alimenta de vana blandura!


La quietud sin horizonte

abre las venas del aire

y el aire arranca al desierto de mi boca.


Y vuelve mi caballo

a Pasargadas

arrastrando el espectro

del deseo



mientras esbozan sus cascos

vanos indicios de movimiento en la arena,

borrados de inmediato

por el viento.

"Quietud", de Clara Janés



En la exposición antológica de Eduardo Chillida que tuvo lugar en Madrid en el año 1.973, Clara Janés conoce al escultor y se inicia entre ellos un diálogo sobre la creación artística que seguirá indefinidamente. En uno de sus encuentros posteriores, Chillida propone a Clara hacer un libro juntos. Pasarán diecinueve años hablando del libro, que, finalmente, se materializará con el título de "La indetenible quietud" y que fue publicado en el año 1.998. Clara, que cree en el azar, celebra esa larga espera, que intensificó su amistad con Chillida y la llevó a captar lo que movía su impulso creativo y a ver sus nexos, más allá de la materia y la inspiración concreta, con todos los descubrimientos de la física y la astronomía actuales. Vio también que por todo ello la obra de Chillida es emblemática de nuestro tiempo. 



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