UN LINDO GATITO








Nueve de la mañana, llueve, los cielos parecen romperse en el espacio que hay entre mi casa y el lugar al que pretendo llegar, las calles bajan inundadas en ríos que las recorren, me quedo mirando por la ventana, llegaré tarde de nuevo, miro mis botas recién compradas, siento pena de ellas, me pregunto si ellas sentirán lo mismo por mi, de nuevo vuelvo a mirar, por encima de la montaña se ve algo azul, falsa alarma, es un trozo de papel que se ha pegado a mi ventana por fuera, no solo llueve, el viento desplaza objetos por el aíre, se va el pequeño trozo de cielo azul que yo creía real de nuevo con el viento, los árboles se mueven, me fijo y veo a las personas que caminan por la calle luchando por no imitar a Mary Poppins, miro hacía el paragüero de la entrada justo en el momento en el que mi único paraguas lo abandona y corre alocadamente por la casa, vuelvo a mirar por la ventana, la lluvia cesa de repente, sobre aquella montaña que veía cielos azules contemplo nuevo cielos de ese color, abro la ventana y limpio el cristal de la ventana, no hay nada pegada a ella, los cielos comienzan a inundarse de azul y de nubes, blancas, negra, grises, más negras... me decido y salgo, el viento me empuja calle abajo cuando yo quería ir calle arriba justo contracorriente de las aguas que dejaron las lluvias, me dejo llevar, no llegaré a tiempo, doblo dos manzanas, quizás tres ya que no soy yo el que controla mi paseo, es el viento el que agita mis pasos y me empuja por la espalda impidiéndome detenerme y hasta saludar a los que como yo intentan en vano caminar contra ese viento, de repente todo para, ya puedo desandar lo que he volado y regresar al lugar al que iba, miro el reloj que no llevo, el cielo me dice que es tarde, doy dos pasos y lo veo, me detengo, me agacho, asomado a aquella veja de color verde, al otro lado esta un lindo gatito cuyo pelo parece espumillón, escucho que de mi boca sale clásico mus, mus, mus que todos decimos cuando vemos un gato y el lindo gatito se me queda mirando, impasible, inmutable, tal vez pensando en que idioma le hablo, mi sonrisa me abarca dos orejas de la lindura y preciosura de sus ojos y su cara, él impasible se va, intento retenerlo y se lanza furioso contra mi mano, tal vez pensado que por aquella pequeña rendija de aquella enorme valle verde detrás de mi mano pasaría mi cuerpo, lo entiendo y la retiro, no por miedo, no por precaución, entonces me saca la lengua y yo pienso que ya no quedan gatos educados como los que había antes, mira a la derecha y a su izquierda, se sienta y se me queda mirando y entonces mirándome a los ojos me dice: "vas dado si piensas que soy... un lindo gatito".



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