UN MINUTO Y CUARENTA Y TRES SEGUNDOS


El bosque aparentaba calma, la brisa hacía tiempo que había dejado de mecer a las hayas y solo el canto de un pájaro despistado interrumpía aquel silencio que recorría el valle, las mariposas se habían posado en los más alto de sus flores y las nubes hacía un tiempo que se habían detenido sobre aquella pradera y allí, entre las sombras ajena a la brisa, a las hayas, a los pájaros, a las mariposas, a las nubes e incluso a mis alocados dedos que no hacían más que cliquear sin parar en mi cámara, ella seguía pastando lentamente embelleciendo con su elegancia aquel ya de por si hermoso valle en algún lugar del Parque Natural de Ponga....

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