LA LUNA, EL RIO Y LAS FAROLAS
No, aquella no era una de esas noches de luna llena en las que ella brilla en los cielos, era una de esas noches de verano en las que el calor invita a salir, a caminar por las calles, a buscar ese aliento fresco que uno intuye que dejará la noche, pero aquella noche ni el agua fresca que bajaba por el río conseguía atenuar el calor que había dejado el sol antes de dejar paso a la noche, una noche de silencios solo rotos por el monótono cantar de los grillos y de los pasos de otros que como yo caminaban por aquellos adoquines y allí en el cielo apareció ella, una preciosa luna menguante, que iluminaba aquel cielo cielo curiosamente plagado de nubes, una luna que cuando se mostraba iluminaba aquellos rincones que dejaban en penumbra las farolas, aquella luna como yo quiso asomarse al río para reflejarse en sus tranquilas aguas mientras yo me sentaba a su orilla contemplando una veces el río, otras a la luna y el brillo de aquellas farolas que jugaban a ser luna y allí sentado me acordé de aquellos versos del poeta chino Li Bai que decían "la luna brilla en frente de mi cama, la tomé por escarcha encima de la tierra. Levantando mi cabeza, miro la brillante Luna, inclinando mi cabeza, me encamino a casa".






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