LA VEGA UNA MAÑANA DE SILENCIOS


Me imagino allí sentado, justo en la cimera de ese verde prado, bajo un cielo azul recorrido por unas preciosas nubes blancas, escuchando el tintineo de las campanas de las primeras vacas que pastan allí este año, disfrutando del canto de los pájaros que aceleran sus ritos primaverales, alimentan a sus polluelos o vuelan despreocupados en una preciosa mañana primaveral, me imagino allí sentado intentando contar los cientos de verdes, los muchos tonos de verde que van salpicando el bosque, intentando descubrir cuantos robles se ocultan en esa inmensidad de este grandioso bosque de hayas, oteando los pequeños claros que lo salpican con ese verde diferente, distinto, tan reluciente... para ver si en ellos continúan pastando corzos o venados, me imagino allí en mi silencio, sentado a la vera de la derruida cabaña de la cimera, sobre el prado pindio que desciende precipitadamente al río que cruza mi bosque mientras las nubes blancas que cabalgan por los cielos inundan de sombras el bosque y yo trazo en él mis imaginarios caminos entre sus hayas...

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