EL LADRON
La mañana gris, plomiza, con cielos de nubes que transportan agua, casi de repente estas descargan parte de su carga sobre las verdes praderas, sopla el viento y la espigas de Onobrychis viciifolia se bambolean mecidas por el viento, el aire huele a humedad, a la que desprende el bosque después de la lluvia, hay pequeños charcos sobre los que chapotean las gotas que descienden del cielo, refrescan, inundan de frescor el bosque sometido a las temperaturas de los días pasados, los insectos se desplazan velozmente en esa búsqueda incesante del polen de las flores que inundan las praderas, el viento las mueve haciendo inestable la pequeña plataforma que es su corola, su zumbido, el de las abejas rompe el extraño silencio que esta mañana gris y plomiza nos regala el día, una de ellas se bambolea mecida por el viento, agarrada fuertemente con sus pequeñas patitas a los pétalos y allí arriba se alimenta, cuando de repente empujado por el viento se coloca encima de ella y manteniéndose encima hace descender su trompa hasta la flor y desde allí arriba roba el polen de la abeja, ella sigue intentando mantenerse sobre la tambaleante flor mientras aquel extraño se mece con el viento y le roba su polen.
El ladrón, ese ladrón que desde las alturas le robó parte del polen a aquella abeja que no podía casi sostenerse en la flor resultó ser una mariposa Esfinge Colibrí (Macroglossum stellatarum), pero esa será otra historia...






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